Si en los últimos
meses se ha puesto de moda analizar el beisbol desde una perspectiva
“Moneyball”, en la que no siempre son los grandes contratos los que llevan a la
victoria, los campeones Gigantes han impuesto un nuevo parámetro que va más
allá de la estadística y el dinero, algo que yo llamaría “Emotiveball!”.
Y es que si
analizamos posición por posición, la novena de San Francisco no tiene
ofensivamente el mismo peso que otras de las Mayores, con excepción de la
receptoría, donde Buster Posey simplemente no tiene competidor; pero su clave
para la victoria fue otra y han dado una lección al beisbol de todo el mundo…
hay que jugar cada partido como si fuera uno de Serie Mundial.
Además de un
imponente cuerpo de lanzadores, que venía siendo su carta fuerte desde el
inicio de la campaña, los campeones conjugaron un gran momento en el terreno y
fuera de él, una química de equipo que no veíamos desde hace mucho tiempo en
ningún otro.
Camaradería, bromas,
motivación, humildad, flexibilidad para jugar distintos roles, intensidad,
entrega total, confianza desde el cuerpo ejecutivo y un apoyo estrambótico en
las gradas fueron parte del repertorio “secreto” de los Gigantes, algo que no
se puede comprar en ninguna parte, algo que no brinda un contrato
multimillonario, ni un apellido estelar en el lineup o un análisis estadístico;
son cosas muy humanas de las que también está hecho el Rey de los Deportes, y
muchas veces se dejan atrás al verse sólo como negocio.
La verdad es que no
es una sorpresa que los Gigantes hayan llegado hasta este punto, quizás lo sea
para quienes no habían puesto atención en este equipo de “Misfits” (como los
llamó el Presidente de EU, Barack Obama, en 2010), o para quienes sólo ponen la
vista en el juego grande de batazos largos y equipos más rentables en cuanto a mercadotecnia (como para transmitir sus juegos).
Lo cierto es
que el beisbol en San Francisco es sumamente intenso, todo el año, incluso
desde los entrenamientos de primavera. Este año el AT&T Park logró otro récord
de llenos y la afición es totalmente entregada (en 11 de las últimas 13
campañas han pasado de los 3 millones de asistentes). Los fans no dejan de
apoyar, gritar y llevar pancartas sobre los jugadores, para muchos de los
cuales tienen sobrenombres lúdicos, y sin importar si el equipo va ganando o
perdiendo, ellos se mantienen de pie y portan escandalosos sus atuendos “Black
and Orange”, y ni qué decir de las composiciones musicales especiales que hacen
para cada momento de la temporada.
Los Gigantes no sólo
tienen a un “Kung Fu Panda” que se hizo famoso en esta Serie Mundial, cuentan
también con un “Baby Giraffe” (Brandon Belt); un “Arabian horse galop” (Zito);
un “Freak” en el montículo (Lincecum); un “MadBum” (Bumgarner); un “Huff Daddy” (Aubrey Huff); los “barbones
temidos” Brian Wilson y su versión mexicana Sergio Romo; un “Rey de las
Enchiladas” (Vogelsong); entre otros, y los jugadores han declarado que el
apoyo de los fans es su arma secreta, pues en realidad es incondicional (algo
criticado por muchos seguidores de otros equipos, a quienes disgusta tanta
entrega “ciega” y escandalosa).
Si a esto añadimos
la gran cantidad de tradiciones que la dirección del equipo ha vuelto casi una
marca registrada: “Orange Fridays” (todos van al parque vestidos de naranja los
viernes), “Fiesta Gigantes” (se conmemoran a las estrellas latinas), Internet
gratuito en el parque para poder tuitear el juego, los fans en sus canoas y botes tratando de encontrar un “Splash Home Run” (en el jardín derecho), entre muchas
otras, tenemos el escenario ideal para este estallido de química.
No sólo eso, San
Francisco también se supo imponer a las lesiones (perdieron a su cerrador
estelar Brian Wilson; a su segunda base Freddy Sánchez; Aubrey Huff perdió el
puesto al padecer estrés; el año pasado tuvieron fuera a Buster Posey y a Barry
Zito casi toda la campaña, entre otras); también se sobrepusieron a la pérdida
de quien era su líder ofensivo, Melky Cabrera, al dar positivo por dopaje (lo
pudieron usar en playoffs pero optaron por no hacerlo), y como para darle más
dramatismo al asunto, retomaron el juego de la “tortura”, como lo apodaron los
fanáticos de la bahía, al definir muchos encuentros en la última entrada y
concretar regresos espectaculares como ante Rojos y Cardenales en la
postemporada, tras estar a una derrota de la eliminación.
Éste fue el festejo en el famoso bar "Finnerty's", ubicado en NYC pero dedicado a los Gigantes
Ya en el terreno
duro, estadísticamente estos Gigantes arrasaron con sus rivales, colectiva e
individualmente. Terminaron la postemporada con racha de 7 victorias
consecutivas y diferencial de 37 carreras anotadas por sólo 7 recibidas. Pablo Sandoval fue el justo MVP de la Serie
Mundial con .500 de promedio y sus tres cuadrangulares en el mismo primer
juego (sólo él, Babe Ruth, R. Jackson y Albert Pujols lo han hecho); mientras que Marco Scutaro también fue el Jugador Más Valioso pero de la
Serie de Campeonato, al registrar .500 de promedio y 4 impulsadas en ese lapso.
Hombre por hombre,
hubo un incremento radical en la producción, y hay que destacar especialmente
las extraordinarias jugadas defensivas que vimos de parte de Gregor Blanco,
Marco Scutaro, Angel Pagan, Pablo Sandoval, Brandon Belt y Brandon Crawford,
estos dos últimos los novatos que apenas vieron acción como titulares este año.
Así, San Francisco
es ahora el segundo equipo con más títulos en la Liga Nacional y cuarto en todas
las Grandes Ligas, con 7; además de que son la novena que más victorias tiene en
la historia, con 10 mil 616; y el campeonato conseguido el domingo es su
segundo en tres años, lo que abre el debate sobre a quién podemos considerar el
equipo más fuerte de la Liga Nacional, ¿Cardenales o Gigantes? (los primeros
tienen 11 anillos y son cuartos en número de victorias).
De aquel equipo
campeón en 2010 había 11 peloteros en el roster de esta postemporada, y son
justamente la base sólida del equipo, del que se pueden destacar tantas
historias particulares, como el que Buster Posey, a sus 25 años y con apenas
dos temporadas completas, lo ha ganado todo: Novato del Año 2010, Título de
Bateo 2012, Regreso del Año 2012, Premio Hank Aaron 2012, Anillo de Serie
Mundial 2010 y 2012, titular en el All-Star Game 2012 y muy probablemente será
MVP de la temporada y candidato a Guante de Oro; todo esto tras recuperarse de
una fractura de tobillo que lo dejó fuera casi todo el año pasado.
Barry Zito volvió a
su nivel para registrar su primera campaña con marca positiva (15-8 / 4.15 en
season y 2-0 / 1.69 en postseason); Marco Scutaro resultó ser la mejor
adquisición que pudieron haber hecho (llegó el 27 de julio proveniente de
Colorado); Sergio Romo asumió con solidez el papel de cerrador (4 salvamentos en
4 oportunidades en playoffs); Tim Lincecum halló en el relevo una nueva vitrina
(segundo en ponches, con 20); el veterano Vogelsong terminó de consolidar lo
que había mostrado el año pasado (entre 2011 y 2012 suma 27-16) y el mánager
Bruce Bochy ingresó a la élite de los “Skippers”, uniéndose a John McGraw como los
únicos timoneles que han conseguido dos títulos con el equipo, además de que es
el único que lo ha logrado con la novena ya radicada en San Francisco y acumula
marca de 8-1 en Series Mundiales.
Ahora, lo único que
provoca incertidumbre de los campeones es qué peloteros de los que se
consagraron permanecerán con el equipo el próximo año. Por lo pronto Barry Zito
se acerca a su último año de contrato (vence en 2014); tendrán que decidir si
retienen a Marco Scutaro, Angel Pagan, Hunter Pence y si condonan a Melky Cabrera
(todos serían agentes libres en 2013); Tim Lincecum, Aubrey Huff y el zurdo
Javier López estarán la próxima campaña en su último año de contrato, y a decir
verdad los únicos que están firmados a largo plazo son Matt Cain y Madison
Bumgarner (hasta 2018 y 2019 respectivamente).
En fin, hoy es
momento de celebrar y “sangrar naranja”, y cierto es que el equipo arrastra sus
carencias desde hace años (imaginen si tuvieran su bate de poder que no han
contratado), pero llegará el Hot Stove y decisiones importantes deberán tomarse
desde la oficina de Brian Sabean (General Manager), quien junto con Larry Baer
(Presidente), merecen mención especial en esta transición del equipo.
Lo único que puedo
decir para cerrar es gracias a los Gigantes por crear, intencionalmente o no,
el “Emotiveball”, con el que no sólo ganan ellos, sino todo el beisbol.
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